La primavera trae días más largos, clima agradable y paisajes coloridos. Pero también es la temporada de las alergias, un problema que afecta a millones de personas. Estas alergias estacionales se producen cuando el sistema inmune reacciona al polen liberado por árboles, flores y pastos, generando síntomas molestos como estornudos, congestión, picazón, ojos llorosos y cansancio. A diferencia de un resfriado, no provocan fiebre ni dolores musculares, pero pueden durar semanas.
La intensidad depende de la cantidad de polen, la sensibilidad de cada persona, el clima (peor en días secos y ventosos) y la exposición prolongada al aire libre.
Consultar niveles de polen: aplicaciones y sitios web ayudan a planificar salidas.
Evitar horarios críticos: la mañana y el atardecer concentran más polen.
Cerrar ventanas y filtrar el aire: mantener los ambientes lo más limpios posible.
Cambiarse de ropa y ducharse: el polen se adhiere a piel, cabello y prendas.
Limpiar con frecuencia: aspirar con filtros HEPA y lavar ropa de cama seguido.
Usar gafas de sol y mascarillas: reducen la entrada de partículas a ojos y vías respiratorias.
Cuidar hábitos saludables: buen descanso, alimentación equilibrada y ejercicio ayudan al sistema inmune.
Aunque no es posible evitar totalmente las alergias primaverales, estas medidas disminuyen su impacto y permiten disfrutar mejor de la estación.